miércoles, 22 de enero de 2025

Luis Miguel, las ranas y pensamientos sobre la fama


No soporté seguir viendo las imágenes y leyendo las noticias de los últimos días, así que me escapé un rato al mundo de la fantasía. Me encontré con la historia de Luis Miguel y aquella época que yo también viví. Y aunque nunca fui fan del rubio melenudo (mi atención estaba en esos raros peinados nuevos), recuerdo haber usado esos flequillos en flor y mirar al cantante desde lejos.

Me interesó su historia desde un punto antropológico, más que nada porque ando con conflicto de fracasada y su vida me hizo pensar otra vez en qué es el éxito. En su caso, crecer con un padre que le robaba, un representante que lo exprimía y un entorno que lo usaba le debe haber provocado algunos cortocircuitos emocionales. Todos sabemos que una infancia feliz no tiene que ver con comodidades o logros, sino con estar rodeado de personas que realmente te aman.

El Magid de Dubna explica que una persona puede pasar toda su vida persiguiendo algo –riqueza, placer, fama–, solo para descubrir, al alcanzarlo, que nada de eso le dio lo que buscaba. Y, aun peor, la persona puede llegar a pensar: "Si volviera a vivir, elegiría un camino diferente, quizás riqueza en lugar de fama". Pero el Magid nos advierte, citando al rey Salomón, que no es por allí... pero tampoco por allá. Ahí no se encuentra el sentido de la vida. Ni siquiera hay algo sólido. Todo eso es vacío: "Vanidad de vanidades, todo es vanidad".

No hace falta ir muy lejos. Usemos a los ídolos mundiales como ejemplos. Ya que están ahí, que sirvan para algo más que para sacarles fotos mientras bajan de una limusina. Después de todo, ellos llegaron al lugar de nuestras aspiraciones. ¿Buscamos belleza? Pobre Marilyn Monroe. ¿Gloria? Pobre Maradona. ¿Fama? Pobre Michael Jackson. ¿Riqueza? Pobre Cristina Onassis.

La plaga de fans de Luis Miguel, que lo esperaba afuera de su casa, de un hotel, de un concierto para arrancarle la ropa o un mechón de pelo, me recordó la plaga de las ranas en Egipto. Estas se multiplicaban con cada golpe, y así también, con cada nuevo fan, al cantante se le multiplicaban las demandas y las expectativas sobre él. Imagino que debe ser insoportable vivir rodeado de personas que dependen de tu personaje para existir. Quedas atrapado en una red de intereses donde es difícil saber quién está ahí por amor genuino y quién solo quiere aprovecharse.

¿Qué aprendí de la historia de Luis Miguel? Que más allá de lo inmediato, de las luces brillantes y los aplausos, más allá de lo que el mundo considera éxito, allí, justamente allí, se multiplican las carencias y, al igual que las ranas en Egipto, la búsqueda de lo efímero puede devorarte sin que te des cuenta.

Y, para rematar en el autoconvencimiento, me digo: ser famoso debe ser horrible. Yo me quedo con la paz de que nadie quiere arrancarme un mechón de pelo, con lo caras que están las pelucas

5 comentarios:

  1. Bueeeno que se yo. Se puede buscar un punto medio my friend
    Es lindo marcar tendencia…
    Es lindo que te tomen de ejemplo si una siente que realmente tiene algo para dar
    Te obliga también, y en eso puede radicar tu shlijut en la vida.
    Y por ahí el esfuerzo está ahí, en poder ser un buen capitán sin Parosearse en el camino ya que estamos hablando de la perasha
    Entiendo igual que lo decís como algo que la gente famosa padece y que le excede su voluntad
    Pero en un punto cada quien elige si subirse a ese tren o no, no?

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Gracias por comentar, se que cuesta esfuerzo