Si te da placer contarle a todo el mundo lo difícil que es ser vos… este manual no es para vos. Seguí sufriendo.
Para el resto: bienvenidos a la realidad alternativa donde todo es bueno, aunque no nos guste.
Paso 1: Hacete invisible
Somos los protagonistas de la película, los superhéroes con el don de volvernos invisibles. Somos un efecto especial. Es más, ni siquiera existimos de la forma en que creemos.
El superpoder también nos permite volver invisibles a los demás, dejando de tomarnos todo de forma personal. Basta de mirar a los otros como si fueran “los culpables” de lo que nos pasa. Eso es Avodá Zará. No existen entes independientes. Somos como hologramas proyectados por Hashem.
Ejercicio práctico:
Cuando sientas que alguien te “hace algo”, cerrá los ojos y repetí:
"No lo veo, no existe, es sólo Hashem esperando detrás de escena a ver cómo reacciono. No me lo está haciendo a mí. Me lo está haciendo para mí."
Después abrilos y tratá de no volver a caer en la trampa. (Spoiler: vas a caer, pero lo importante es insistir.)
Paso 2: Elegí el guion que más te conviene
Si todo es imaginación, ¿por qué no imaginar bien? Podés contarte cualquier historia sobre lo que está pasando.
Podés decir:
"El colectivo va a venir lleno y no voy a poder subir."
o
"Veremos lo que pasa, y lo que pase va a estar bien porque Hashem me quiere."
Una opción te amarga la vida. La otra te libera. ¿Cuál elegís?
Ejercicio práctico:
Cuando veas los platos sucios, en vez de pensar "son unos desconsiderados", pensá:
"Qué suerte que tengo platos sucios en casa, significa que comimos rico. Y qué bueno sería dejar de esperar que los demás sean como yo quiero."
Paso 3: Mentite hasta que se haga verdad
"Pero no lo siento así", decimos.
¡Obvio que no! ¿Quién siente amor y gratitud cuando pisa un juguete en el suelo a las 3 de la mañana? Nadie.
Pero esto no se trata de sentir, se trata de entrenar la mente.
Repetilo hasta que te lo creas. Fake it till you make it.
Hashem me ama. Hashem me sostiene. Todo lo que me manda es bueno.
Repetilo en loop hasta que empieces a ver milagros. (Y si no los ves, seguí repitiendo. A veces el milagro es que dejaste de sufrir.)