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jueves, 12 de diciembre de 2024

Un Chiste Divino


¿Recuerdan esos momentos en clase cuando la maestra gritaba "¡Silencio!" con esa mirada seria, y en lugar de callarse, el aula explotaba en carcajadas? Era como si un virus de la risa hubiera infectado el salón, más poderoso que cualquier intento de control académico.

La ciencia dice que reír es básicamente un cóctel de felicidad que hace que nuestro cuerpo baile de alegría. El cortisol -esa hormona gruñona que nos hace ver todo gris- sale corriendo para otro lado cuando la risa hace acto de presencia.

Me resulta asombroso el plan de HaKadosh Baruch Hu que, al final, es más simple de lo que pensábamos: quiere que seamos felices. No necesitamos doctorados en espiritualidad, solo necesitamos sentirnos amados por Él y soltar una buena carcajada para festejar que la risa sea como un sistema inmunológico disfrazado de comediante.

Hay una historia talmúdica que lo confirma. Rav Beroka estaba en el mercado con Eliyahu HaNavi (cada uno va de compras con quien puede) y le pregunta quién merece la vida eterna. Eliyahu le señala a dos personas aparentemente comunes. Cuando Rav Beroka les pregunta a qué se dedican, ellos responden: "Somos comediantes. Hacemos reír a la gente triste y arreglamos los conflictos con humor". ¡Revelación impresionante! Resulta que hacer reír es un trabajo celestial.

Los científicos -esos señores serios con bata blanca- confirman lo que nuestros sabios ya sabían desde hace siglos: reír es un superpoder. Fortalece el sistema inmune, mejora las funciones del corazón y renueva la mente. Es como un gimnasio para el alma donde cada sonrisa transforma moléculas, une corazones y nos acerca a algo más grande que nosotros mismos.

Qué Torá tan hermosa nos dio Hashem: cuando nos reímos y somos felices, estamos siguiendo órdenes divinas. 

Así que riamos con intensidad, con libertad. La vida es demasiado seria para tomársela tan en serio; celebremos con alegría cada chiste que HaKadosh Baruch Hu comparte con nosotros.



jueves, 21 de noviembre de 2024

¿Qué tiene de malo ser normal?


¿Alguna vez se han imaginado cuánta energía desperdiciamos intentando caerle bien a todo el mundo? Si pudiéramos convertir esa energía en electricidad, probablemente iluminaríamos toda Nueva York por varios años.

Escuché hoy al Rab Golombeck decir una verdad que libera: el ser humano, desde que abre los ojos hasta que los cierra, está inmerso en una carrera permanente contra el "¿Qué pensarán de mí?". Nuestra mente es como un gerente de relaciones públicas trabajando horas extra, preguntándose si nos respetan, nos valoran o simplemente les caemos bien.

Imaginen el estrés. Es como estar en una audición constante donde el jurado son todos los que nos rodean. ¿Quién diseñó este reality show llamado vida social?

La realidad es tan simple como demoledora: vivir para complacer a los demás es agotador. Es imposible impresionar a todos. Siempre habrá alguien que nos mire como si acabáramos de cometer el crimen más atroz: ser nosotros mismos.

¿Cuántas veces hemos rechazado un plato de comida muertos de hambre, solo para "quedar bien"? ¿Cuántas veces hemos mordido nuestra lengua o disfrazado nuestra personalidad, como si fuéramos maestros del camuflaje social?

El secreto, nos recuerda el Rab, no está en impresionar, sino en conectar. No estamos aquí para ser los protagonistas del rating social, sino para servir a Hashem. Y cuando esto realmente se internaliza, la presión se evapora más rápido que un cubo de hielo en el desierto.

Vivimos como si la vida fuera un examen: "¿Y si me equivoco? ¿Y si no gusto?". ¿Por qué no decir mejor: "Si cometo un error, ¡que sea con toda la intención!"? La liberación es inmensa.

La verdadera felicidad no está en los "likes" sociales, sino en sentirse amado por HKBH (es incondicional, así que Él nos ama tal como somos: con nuestras imperfecciones, nuestras bajezas, nuestras voces desafinadas y nuestros momentos de absoluta torpeza humana).

No se trata de ser rebeldes sin causa o de no importarnos absolutamente nada. Se trata de entender que nuestra validez no depende de un jurado externo. Se trata de reconocer que ser auténticas es un arte, no un delito.

Así que la próxima vez que sientan ese impulso de complacer, de impresionar, de ser algo que no son, respiren. Recuerden que son amadas por el Único que realmente importa. Sean valientes, sean auténticas, sean normales.

Porque, al final, ¿qué tiene de malo ser normal si ser normal es ser único en el plan de Hashem?


martes, 20 de abril de 2010

Un huevo duro de pelar

Si ustedes me permitiesen exponer una comparación desfachatada, yo diría que hacer teshuvá es como pelar un huevo duro, porque ¿qué otra cosa es hacer teshuvá más que arrancarnos la coraza que oculta nuestra esencia? Podría avanzar con la alegoría diciendo que hay veces en que la cáscara sale entera y el huevo queda intacto, pero que en algunos casos la corteza se va partiendo en pedacitos y hay que ir sacándola de a poco y con cuidado para no arrancar parte del huevo.

Aunque en Am Israel somos muchos y nos conocemos poco, voy a tener la audacia de asegurar que en la mayoría de los casos nuestra cáscara se partió en pedazos y tenemos que hacer un trabajo lento y de precisión para que nuestra teshuvá no se lleve también parte de la sustancia.

Ahora va a parecer que cambio de tema abruptamente pero en realidad seguiré hablando de lo mismo: En el libro “Battle Plans”, la rebbetzin Tziporah Heller y Sara Yoheved Rigler exponen que el trabajo del ietzer hará es convencernos de que nuestras diferencias con el resto de las personas son más importantes que nuestros parecidos y que esa ilusión es el origen de la mayoría de las transgresiones bein adam lejaveró.

Que el ietzer hará quiera destruirnos no es ninguna novedad. Todos nos reconocemos en la misma batalla y podemos identificar a ese enemigo que camina erguido con el índice en alto señalando a los demás: “Tal no cuida su aspecto y Cual es demasiado superficial. Fulana no educa bien a sus hijos y Mengana los está malcriando. Zutano no trabaja y Perengano trabaja demasiado”. Y no voy a seguir con los ejemplos, por un lado porque no conozco ninguna otra forma de paradigma nominativo y por el otro porque en todos los casos el ietzer está diciendo lo mismo: “el otro no es como vos”.

Y es verdad, porque el pedazo de cáscara que se resiste a salir en uno, se desprendió fácilmente en otro, pero también es mentira porque ese otro está luchando por despojarse de alguna parte de su corteza que no le presentó ninguna dificultad al primero. Y por más paradójico que sea, al aceptar nuestras diferencias nos vamos a dar cuenta de a todos nos pasa lo mismo, que estamos en la misma guerra y que la libramos de la mejor manera que podemos.

Y si a alguno le parece que es una utopía lograr que Am Israel se comporte de esta manera, le cuento que hay algunos que por lo menos estamos intentándolo.

miércoles, 22 de julio de 2009

Ahavat Israel – Semana 5: Un reto a duelo

Cada año por estas fechas me pregunto cómo entristecerme por la destrucción de algo que nunca he visto, cómo lograr el anhelo por la reconstrucción de lo que no me falta y cómo hacer para que me duela el duelo.

Alguna vez intenté con la memoria emotiva propuesta por (esperen que tome aire) Konstantín Serguéievich Stanislavski y me concentré en el recuerdo de la destrucción de mi casita barbie, pero lo único que logré fue darme cuenta de que una casita de muñecas me importaba más que el Beit Hamikdash y que todavía no había perdonando a la vecina que se cayó sobre ella. Otro año probé con el método de Grotowski y logré sacar lágrimas de cocodrilo frotándome cebolla cruda en los párpados, aunque solo me provoqué una infección de ojos.

Por suerte este año se cruzó en mi camino una verdadera maestra cuya técnica es la más exitosa de todos los tiempos: Revelar la verdad y punto. El shiur semanal de la rabanit Iemima Misraji me hizo tomar conciencia (un poco, al menos) de lo que nos estamos perdiendo; me hizo extrañar lo que hemos tenido y lamentar lo que nos falta. Me hizo preguntarme cómo llegamos a este estado de existencia, cómo nos conformamos con lo malo. Me hizo dar cuenta de que es posible tener una vida real, recuperar ese vínculo especial que teníamos con Hashem y entre nosotros como pueblo. Logró que deje de ver el día de tisha ve Av como un día en el que se llora por la destrucción de un edificio, (porque no estamos en el mercado de bienes raíces) sino que se llora por nuestra destrucción como pueblo (que visto desde otro punto, son nuestros bienes y nuestras raíces).

La tradición oral enseña que cuando nuestros enemigos destruyeron el Beit Hamikdash, Dios les dijo que solo habían destruido algo que ya estaba en ruinas. El templo era la manifestación de nuestro interior, de nuestra conducta espiritual en tres aspectos: hacia nosotros mismos, hacia el prójimo y hacia Hashem. Y cuando nos destruimos espiritualmente y no dimos lugar a la presencia de Dios en nuestras vidas, el templo ya no fue nuestra representación espiritual y por lo tanto perdió significado.

Nuestra oportunidad en estos días es hacer el trabajo inverso. Llegar a la altura espiritual en el que nuestro nivel interior exija una manifestación externa. El pecado por el que se destruyó el segundo templo fue sinat jinam (odio gratuito) y podemos redimirlo con su atítesis: ahavat jinam (amor ilimitado). Y esto, nada más y nada menos, queridas amigas, es Ahavat Israel.

Que el trabajo de la semana sea intentar reconstruir el vínculo espiritual entre Am Israel y llegar al nivel en el que nos merezcamos el Tercer Templo.

martes, 14 de julio de 2009

Ahavat Israel - Semana 4: Libres de música

No recuerdo quién dijo que las dos opciones más interesantes de vida eran o atravesar fronteras y volverse ciudadano del mundo; o nacer en una aldea y morir en ella.

Siempre me sentí conectada con esas ideas, porque nací en una especie de aldea y como ya saben, soy fanática del condicional perfecto, así que muchas veces me pregunto cómo hubiese sido allá y no aquí, que hubiese pasado si esto y no aquello o cómo sería si así y no asá.

Por suerte internet tiene todas las respuestas, y ayer la recibí en forma de mail firmado por mi amiga de la infancia. Aquella amiga a la que conocí en el ascensor desde la panza de mi madre, con quien fui desde el jardín de infantes hasta séptimo grado. La misma a quien llamaba gritando por la ventana todas las tardes para que hagamos la tarea juntas, la que sigue viviendo en el mismo barrio en el que nos criamos y a quien no vi en más de veinte años.

Esta señora, en unas cuantas líneas, me demostró que a veces las cosas no cuestan. Que se puede ser cariñosa sin miedo a las consecuencias, que se puede demostrar afecto sin vergüenza y que no es tan difícil conciliar las diferencias.

¿Por qué, luego de tanto análisis de revista femenina, de tantos libros automotrices (autoconocimiento, autocontrol, autoestima), después de tanto esfuerzo empelado en el perfeccionamiento personal, yo no puedo llegar a decir, como ella lo hizo, de una manera simple, que los afectos no se olvidan y que la amistad que tuvimos fue importante?

¿Por qué el trabajo de Ahavat Israel es tan difícil cuando tendría que ser espontáneo? ¿Por qué tenemos que proponernos ser cariñosos, amables y agradecidos? Todo eso tendría que ser lo que sale ¿por qué no podemos dejar de ser tan complejos y conservar un poco simpleza?

Y la respuesta a estas preguntas es una paradoja, porque sigue siendo un análisis intrincado. Pero a los que nos metimos en ese laberinto, ahora sólo nos queda la opción de recorrer sus pasillos (que tercamente se bifurcan en otros) buscando la salida.

Y para ayudarnos a escapar del minotauro, voy a presentar a una versión libre de lo que Miriam Adaham plantea en su libro “Calm Down” con respecto a los pensamientos: Ella propone que imaginemos nuestra mente como la pantalla de una computadora en donde sólo hay tres carpetas en donde se pueden almacenar los pensamientos. Y los nombres de estas tres carpetas son: Ser productiva, ser alegre y ser afectuosa. Así que cualquier pensamiento tiene que entrar en alguna de esas clasificaciones y si no lo hace, hay que arrastrar ese pensamiento directo al cesto de la basura.

A mi me parece una técnica excelente para dejar de escuchar esa musiquita interna que nos detiene, nos desgasta y nos deprime. ¿Y qué mejor dejar de ser un disco rallado en estas tres semanas en la que no escuchamos música?

Así que allí vamos: Esta semana el trabajo de Ahavat Israel será una vez por día, alentar y reconfortar con palabras al prójimo, destacando algo positivo y simple acerca de esa persona y expresárselo con palabras. (Lift someone’s spirit up with words: Once a day for a week stretch by noticing something positive and simple about a person you normally wouldn’t say this to and expressing it to them, -compliment, validate-)

Y tal como señaló nuestra amiga Patricia, no olvidemos pedirle ayuda a Hashem para tener éxito en el trabajo de Ahavat Israel, que especialmente en estos días, puede acercar la redención final.

(para contar cómo les fue la semana anterior dando las gracias, pasen por los comentarios).

martes, 7 de julio de 2009

Ahavat Israel – Semana 3: Muchas gracias.

Como seguramente en este momento estoy leyendo un buen libro sentada frente al mar muerto, no puedo extenderme demasiado: En el trabajo de Ahavat Israel para esta semana deberemos expresar gratitud.

Una vez por día tendremos que pensar en alguna persona a quien le debamos agradecer algo. También deberemos contactarla y hacerle saber nuestro agradecimiento explicándole de qué manera nuestra vida es mejor gracias a ella.

En palabras de la rabanit Berger: once a day for a week stretch by thinking of someone you owe a debt of gratitude to, yet you haven’t recently expressed it. Then contract them and express your sincere gratitude explaining in what way your life is better because of them. If you can do this in person it’s even better!

Y yo puedo empezar ahora mismo agradeciéndole a mi marido por cuidar a nuestros hijos mientras yo disfruto de mis vacaciones.

Ahora amigas, las dejo porque no quiero perderme el desayuno.

lunes, 6 de julio de 2009

Ahavat Israel – Semana 2: A dar la cara

Queridas amigas, les escribo desde el pasado, porque (como sabrán las que hayan visto el video de Debbie esta semana), en el presente estoy de vacaciones.

Pero vacaciones del trabajo de Ahavat Israel no nos tomamos. Así que vayan subiendo sus comentarios porque queremos saber quién se animó con el intimidante trabajo de la semana pasada y puso su mejor cara para conocer gente nueva.

martes, 30 de junio de 2009

Ahavat Israel – Semana 2: A mover el esqueleto

En el colegio siempre fui abanderada o escolta y en el secundario nunca me llevé ni una sola materia (en realidad me llevé filosofía de quinto porque hice una broma sobre Sócrates, pero eso no cuenta). Y no sé cómo hice, pero en la facultad aprobé de primera el examen de historia del arte que todo el resto de mis compañeros tuvo que dar por lo menos dos veces. Así que en lo que respecta a pruebas, tengo la autoestima muy alta. Que vengan, me digo, que yo las apruebo.

Esto era así hasta la semana pasada.

Me pregunto de dónde saqué la idea de que trabajar en Ahavat Israel era fácil. Debe haber habido algún mal entendido entre mis hemisferios cerebrales para que por algún momento haya creído que el trabajo se hacía de taquito. La verdad es que me resultó muy difícil y no creo haberlo aprobado.

Y les cuento por qué: Mi voz negativa interna, era muy positiva: ¿demostrar más afecto a mis hijos? “-Imposible, si están repletos de amor maternal”, me decía. ¿Expresarle mi amor a mi marido? “-Pero si mi marido no se puede sentir más querido”. La verdad es que esas eran todas mentiras inventadas por mi ietzer hará para hacerme creer que yo era un personaje de cuento, cuando sólo lo soy de fábula.

Kol hatjalot kashot (todos los comienzos son difíciles). Me avergüenza confesar que la única vez que logré superar al ietzer que se interponía en mi camino para demostrar afecto, fue cuando les dí torpemente a mis amigas un alfajorcito de maicena. Por lo menos me consuela que a Andi y a Patricia no les haya ido nada mal y también me da ánimo para intentarlo con más empeño la próxima vez.

Por lo tanto, allí vamos con el trabajo de esta semana: deberemos reforzar nuestro amor hacia el prójimo siendo las primeras en presentarnos a una persona que no conozcamos. Una vez por día deberemos buscar la oportunidad de tomar la iniciativa para conocer a alguna de esas caras que nos cruzamos diariamente y de las cuales no sabemos nada. La rabanit Berger propone literalmente: “once a day for a week stretch by being the first to introduce yourself to a new person (optional: make an effort to find out about their world)”

Así que amigas, salgamos a ver qué pasa. A mover el esqueleto, para sacudir la neshamá

martes, 23 de junio de 2009

Ahavat Israel – Semana 1: Suban a bordo

El otro día una amiga se quejaba de que uno de sus hijos nunca hace lo que se le pide, y que otro lo hace, pero mal. Que uno nunca está en la casa y que otro está en la casa todo el día. Que uno va siempre desalineado y que otro le tiene que planchar las camisas dos veces. Que uno no le cuenta nada y otro le habla sin parar.

A esta altura no tuvimos más remedio que reírnos de la incoherencia en su discurso, y tanto nos reímos que terminamos llorando, porque mi amiga me confesó que esa es la manera en la que funciona su mente: siempre le parece que todo está mal. Si llega temprano piensa que debería haber llegado a tiempo, si llega a tiempo se dice que mejor ni haber ido y si llega tarde… bueno, si llega tarde, mejor ni hablar.

Por lo menos llegamos a la conclusión de que ella estaba cumpliendo a la perfección una de las mitzvot bein adam Lejaveró porque el precepto dice: “Veahavta Le Reaja Kamoja” y ella estaba tratando a sus hijos exactamente de la misma manera en la que se trata a sí misma: mal.

Siempre me pregunté desde dónde uno debería empezar a trabajar el amor hacia el prójimo. Por un lado estoy convencida de que uno no puede dar lo que no posee, pero por el otro, pareciese que ocuparse del perfeccionamiento interno es egoísta.

La solución llegó con el proyecto Ahavat Israel, porque el trabajo que plantea es, por un lado esforzarse en controlar los pensamientos y así generar un efecto en el entorno, y por el otro, concentrarse en dominar los actos, lo que nos conducirá al perfeccionamiento personal.

Hoy vamos a empezar con el primer ejercicio propuesto por la rabanit Bayla Berger: Durante una semana, una vez por día, deberemos expresar afecto de una manera inusual a una persona cercana. Para eso primero tendremos que combatir la negatividad interna que se interpone en el camino, tomar nota de esos pensamientos y sobreponernos a ellos.

Quisiera agregar que como el objetivo final de los ejercicios es reforzar la relación entre Am Israel, si está por terminar el día y no han encontrado oportunidad de trabajar en ello, pueden reemplazar el ejercicio dirigiéndose a Hashem para destacar verbalmente alguna cualidad positiva de una persona que no les resulte muy agradable.

Bienvenidas a bordo, mis queridísimas amigas. La próxima semana nos encontraremos en un post para compartir nuestras experiencias.

Aquí hay un cuadro para imprimir que les puede ayudar a llevar registro del trabajo.

jueves, 18 de junio de 2009

A por todas

Con mis amigas, cuando salíamos del colegio, íbamos a “posters del tiempo” y mientras ellas buscaban cuadernos de Sarah Kay y Hello Kitty yo me quedaba sosteniendo la puerta del negocio para que nos vayamos rápido. Mientras mis amigas tenían las uñas pintadas con laca yo las tenía sucias por la tierra de mis plantas, mientras todas pedían helado de chocolate y frutilla, yo pedía limón y ananá. Cuando escuchaba una mala palabra, me sonrojaba, a los mayores los trataba de usted y cuando en un partido de basket la referí le cobraba por error al equipo contrario una falta, yo le avisaba. Con el tiempo mis amigas me hicieron "corta mano corta fierro" y la entrenadora de basket me dio un ultimátum: o me callaba o me mandaba al banco.
Para no quedarme sola puse todo mi empeño en encajar. Hice que me importaran cosas que no me importaban y dije cosas en las que no creía. Y de eso hace tanto, tanto tiempo que ya no me puedo acordar de lo que en realidad me gustaba, lo que quería hacer o lo que pensaba.
Y justo ahora, de lo que me vengo a enterar es que muchas coincidimos en esto, que a casi todas nos pasó lo mismo: Que levante la mano la que se siente identificada con lo que digo. Que levante la mano la que alguna vez no encajó con el resto.
Hay un momento en el que una se detiene y se dice “esta soy yo”. Una piensa que la edad para crecer es la infancia, pero en realidad la edad para crecer es cualquiera. Y crecer significa conocerse, saber lo que una tiene y dárselo al mundo. Una es lo que la distingue, y precisamente eso es lo que la va a hacer encajar, como en un rompecabezas, donde cada ficha tiene que ser distinta para poder ensamblarse.
¿Y a dónde voy con esto? Voy hacia un punto de encuentro. Quiero que trabajemos juntas. No importa si somos distintas, o justamente lo contrario, eso es lo que importa porque hay algo que la otra tiene que es desconocido para mí y que me puede inspirar a ir más allá y no quedarme en “mis principios”. El precepto dice amar al prójimo como a uno mismo. No dice: Amar al prójimo solamente si es como uno mismo.
El otro día, con Elisheba estuvimos reunidas con la Rabanit Bayla Berger quien es la precursora de un movimiento mundial llamado Ahavat Israel. El encuentro fue tan inspirador que queremos empezar un grupo aquí. La idea es trabajar cada semana en uno de los aspectos de Ahavat Israel y luego juntarnos en los comentarios a compartir las experiencias que hayamos tenido. ¿qué les parece? ¿formamos un grupo? No nos dejen solas. No nos dejen sin comentarios.

martes, 19 de mayo de 2009

What time is it?

El otro día uno de mis hijos se torció el tobillo y tuvimos que salir corriendo (y saltando en una pata). En la sala de espera de la guardia ortopédica había un hombre sándwich con la espalda desgarrada, un rellenador de aceitunas con los dedos acalambrados y una niña arrastrando una muñeca con la pierna rota. Sentada en esas butacas tan hábilmente diseñadas para la atención al público, empecé mis cálculos mentales: veinte minutos con la abuela enyesada, otros quince con la mamá del bebé y media hora más con el caballero vendado. Qué manera de perder el tiempo, pensaba. Parecen confabulados para que yo no llegue a mi curso de patchwork.

“El tiempo no se tiene, se hace”, me dijo la señora sentada a mi lado, como adivinando mis pensamientos. “Es imposible intentar acelerar tu posición con respecto a él”. Será científica, pensé. “Sólo hay que saber navegar las olas que nos llevan desde la frontera del pasado a la orilla del futuro”, agregó haciéndome inclinar hacia la idea de estar frente a una poetisa. “Lo único que podemos hacer es pedirle cada día a Hashem que nos dé brajá en el tiempo” terminó mientras desaparecía detrás de la puerta del consultorio tres.

Si hubiese podido retroceder en el tiempo le hubiese preguntado a qué se refería, pero como eso (todavía) no es posible, me quedé haciéndome las preguntas que muchos nos hacemos. El tiempo, pensé, lo necesito y no lo aprovecho. Me lo tomo y después lo pierdo o lo mato. Lo busco y cuando lo consigo, ¿para qué lo uso? Y mejor aún ¿para qué debería usarlo?

Inmediatamente vino a mi memoria un artículo de Sara Yoheved Rigler en el que decía que la Geulá solamente vendrá por el mérito de Am Israel haciendo teshuvá (Midrash bereshit raba 2:4), y también dice que en el área en donde debemos intensificar nuestro trabajo es en las mitzvot bein adam leJaveró y fomenta lo que muchas mujeres ya están haciendo en todo el mundo: formar grupos de Ahavat Israel, en los cuales cada integrante se esfuerza en algún aspecto de estas mitzvot y comparte su experiencia con el resto.

Casualmente, el trabajo del día 41 del Omer dice que uno puede lograr más grandeza en nuestro época de lo que nunca fue posible. Y eso me hizo dar cuenta de que es hora de empezar a sumarle sentido a nuestro tiempo, que esa es la brajá por la que tenemos que hacer tefila. Que nuestro tiempo nos trasnforme para así acelerar el proceso.

Y hubiese seguido pensando, pero llegó mi turno, así que tendré que seguir con la idea en la próxima consulta.