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lunes, 28 de abril de 2025

Transparente la gente

Hay más de nueve borradores de posts que no he publicado. No tuve tiempo de editar, así que por ahora me dedico sólo a bajar ideas.

En uno hablaba de hacer transparente a la gente, para poder descubrir atrás la Mano de Hashem moviendo los hilos. En otro hablaba del desafío de hacer un erev Shabat como un monje zen, sin que se me mueva un solo nervio, y sobre todo vencer la tentación de querer apurarme.

Hacer las cosas apurada es mi naturaleza. Desde chica vivía con un pie adelante. Ahora sé que Hashem quiere de mí todo lo contrario: que disfrute del presente sin pensar en el futuro. O en el pasado.

Ya les conté que volví a trabajar y, como era inevitable, un nuevo entorno me presenta nuevos desafíos. Uno de los que me he propuesto es recordarme que no trabajo para nadie más que para Hashem.

Y eso me presenta un dilema, porque lo que Hashem quiere a veces no es lo mismo que quiere la empresa. Y cuando digo empresa, digo: la empresa, los compañeros de trabajo, el producto que fabricamos y el edificio donde transcurre la trama. Es en ese escenario en el que en este momento tengo la posibilidad de corregirme a mí misma.

Erev Pesaj, alguien llamó al KAV de bitajón diciendo que estaba soltero hace años y había leído un artículo tan desalentador que no podía encontrarle nada positivo. Lo que el rab contestó no lo repito, lo importante es que por un instante pensé que el artículo había salido de la empresa en la que trabajo (bh, no), y me vino un súbito pánico. ¿Qué haría yo si me viese en la disyuntiva entre pagar el alquiler o pertenecer a un lugar al que no pertenezco?

El mismo pánico que me vino ayer, cuando me di cuenta de que el deadline que me habían impuesto se oponía a uno de mis esfuerzos: vivir en slow motion y entender que el tiempo que lleva hacer las cosas no depende de uno. A la hora que la imprenta iba a recibir los files ya estaba determinada. Eso es lo que no se puede cambiar. Lo que sí puedo cambiar es el pensamiento de apurar a la editora cuando no se siente bien (Hashem no quiere de mí eso). Lo que sí puedo cambiar es no interrumpir la clase que estaba dando el director creativo a las chicas de gráfica y mandarlas a terminar lo que estaban haciendo. Lo que quiero es disfrutar de hacer mi trabajo de la mejor manera posible.

Hay un capítulo de Seinfeld donde George Constanza, gracias a un malentendido, consigue trabajo en una empresa de la cual no sabe ni el objetivo ni sus responsabilidades. Lo único que sabe es que tiene una oficina, y que de vez en cuando tiene que agarrar una carpeta y caminar rápido, con cara de preocupado, para que todos crean que es un trabajador incansable.

Haber venido al mundo con el don de hacer ver fácil las cosas que no lo son tanto... es un desafío.

Ayer, pasadas dos horas del límite, yo estaba tomando mi quinto café, tranquila, y despidiendo a mi jefa sin preocuparme de lo que ella estaba pensando de mi desempeño. Yo sé que tuve un día excelente, para mi fue todo un éxito.