jueves, 7 de noviembre de 2024

Cómo tomar un café



Esta mañana en el Kav HaBitajón, el Rab Golombeck contó una historia del Rab HaGadol HaGaon Abraham Twerski z"l que hizo que me quedara mirando mi café como si nunca antes hubiera visto uno.

Antes de tomar un café, decía el Rab Twerski a su familia: 

-Déjenme enseñarles cómo disfrutar realmente de un café"-seguía- Antes de beber, me pregunto, ¿de dónde salió? Los granos vienen de Brasil, Brasil. Al otro lado del mundo. ¿Por qué hizo HKBH estos granos? Solo para que yo disfrute tomando café. Después está la leche. Hashem creó una vaca, la vaca comió pasto, y por algún proceso que nadie cuestiona, ese pasto se convierte en leche. La milk viaja kilómetros hasta llegar a los negocios y de ahí a mi mesa. ¿Todo este movimiento? Solo para que yo tenga este placer. Pero esperen -seguía el Rab- falta el agua. ¿De dónde viene el agua? Se origina en el océano, se evapora (porque al agua le gusta dar vueltas), se convierte en nube, llueve y forma los ríos que, después de un tour mundial, traen por unos tubos el agua hasta la canilla de mi casa, donde la pongo en la pava para tener esta sabrosa infusión.

La simjá de sentirse amado por Hashem no es un estado pasivo, es un arte que se cultiva, un ejercicio diario. Es detenerse antes de la rutina, y permitirse asombrarse. Es ese momento de pausa donde todo lo cotidiano cobra sentido.

Es tan simple: cada placer, cada experiencia, cada momento está cuidadosamente orquestado desde arriba. Hay toda una coreografía del universo sucediendo en este preciso instante, solo para que vos y yo podamos experimentar este momento.

No hace falta buscar grandes revelaciones ni momentos épicos. La maravilla está en lo simple, en lo que tenemos frente a nuestros ojos todos los días pero dejamos de ver.

La simjá es ese momento de claridad donde entendemos que no somos espectadores pasivos del mundo, sino el motivo mismo de su existencia. Cada detalle, cada proceso, cada "vuelta" que dan las cosas antes de llegar a nosotros es parte de un diseño preciso y personal.

Esta es la verdadera simjá: sentirse tan amado por Hashem como para creer que todo lo que existe, en toda su complejidad y belleza, está diseñado para mí.

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