sábado, 27 de diciembre de 2008

Doce Tribus y Una Única Tarea Espiritual

El genial Maharal de Praga, en su obra Netivot Olam, nos enseña que a pesar de los distintos aspectos y características de las doce tribus que hemos intentado mostrar, en realidad todas se complementan y reúnen. Para demostrarlo, el sabio analiza la palabra hebrea ejad, uno, y la divide de acuerdo a sus tres letras, destacando también su valor numérico: 


la primera letra, la Alef, de valor numérico uno, se refiere al patriarca Jacob, al padre de las doce tribus, el cual se encuentra por encima de ellas y es a su vez su raíz. La segunda letra de ejad, la Jet, de valor numérico ocho, se refiere a los ocho hijos provenientes de las matriarcas, Lea y Rajel. Y por último, la letra Dalet de ejad, alude a los cuatro hijos de las concubinas o sirvientas. 


El mensaje y la enseñanza del Maharal son claros y no dejan lugar a duda: se trata de doce tribus que, a pesar de sus diferencias, en realidad son un conjunto único e indivisible, reflejado por la palabra ejad, uno, de valor numérico trece. Jacob y sus doce hijos. El mismo valor numérico de la palabra hebrea ahavá, amor, sentimiento que une a los doce hijos de Jacob y los impulsa a seguir el camino espiritual trazado por sus tres predecesores: Abraham, Itzjak y Jacob.  


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