De acuerdo con la enseñanza de los Sabios se aprende que el número doce no es casual sino que encierra enormes y profundos misterios. Más aún: cabe afirmar que toda la Creación fue estructurada de acuerdo y en paralelo a las doce tribus.
En la obra Psikta Rabati se enseña que todo lo que el Santo, Bendito Sea, creó, por el mérito de las tribus lo hizo.
Por ejemplo los doce meses del año, las doce constelaciones celestiales, las doce horas del día y las doce horas de la noche.
El Midrash Raba, en su comentario al libro del Éxodo, agrega que así como los Cielos no pueden existir sin las doce constelaciones, de igual modo el mundo no puede mantenerse sin las doce tribus.
Ahora bien, al aceptar estas enseñanzas no podemos dejar de preguntar: si la importancia de las mismas es tan vital, ¿acaso no hubiese sido más lógico que fueran creadas desde el comienzo mismo de la Creación? Correcto, y por ello incluso el Midrash Raba (24:6) comenta que lo correcto era que a Adán, al primer hombre, le nacieran doce tribus. Y así también se enseña en el mismo Midrash (63:6) que a Rivka le correspondía dar a luz a las doce tribus, pero que finalmente no lo logró sino el patriarca Jacob, quien en todo momento era consciente de que estaba logrando algo determinado antes de su nacimiento. ¿De dónde lo aprendemos? El Midrash Raba, en su comentario al Génesis (28:11), enseña: "Se topó con el lugar y allí pasó la noche, pues el Sol se había puesto; tomó de las piedras del lugar y las dispuso en alrededor de su cabeza, y se recostó en aquel lugar" (Génesis 28:11): Jacob tomó doce piedras y dijo: "así decretó el Santo, Bendito Sea, que habría de establecer doce piedras –en alusión a las tribus-". Agregó: "Abraham no las estableció; Itzjak tampoco las estableció. En caso de que se unan estas doce piedras una con la otra, yo sabré que seré yo quien habré de establecer las doce tribus". Y debido a que finalmente se unieron supo que él sería el padre de las doce tribus de Israel.
Y el hecho que Jacob habría de establecer doce tribus también las matriarcas lo sabían, tal como lo enseña el Talmud (Berajot 60a) que Lea emitió un juicio referido a ella misma y dijo: "doce tribus han de salir de Jacob. Seis ya han salido de mí y cuatro de las sirvientas. He aquí diez. Si este es un varón más para mí, mi hermana Raquel no será ni siquiera como una de las sirvientas". Inmediatamente se transformó el feto en una hembra, tal como está dicho: "y llamó su nombre Dina".
También en el valor numérico doce de la palabra hebrea ze encuentran los Sabios una alusión a las futuras doce tribus. En el versículo: "Éste –ze- es el recuento de los descendientes de Adám (Adán); el día que Dios creó al hombre. Lo hizo a semejanza de Dios" (Génesis 5:1).
Y el Midrash Tanjuma (Vaieji 15) encuentra una sugerencia a las doce tribus en la segunda matriarca, Rivka, de un modo absolutamente sorprendente. Lo detallamos a continuación entre glosas: "Y El Eterno le dijo: «Dos pueblos hay en tu vientre –he aquí dos tribus-; dos naciones –he aquí dos tribus más- de tus entrañas se separarán; el poder pasará de una nación a otra –otras dos tribus- y la mayor servirá a la menor –he aquí dos tribus más-». Cuando se cumplieron los días de su preñez, he aquí que había gemelos –otras dos tribus- en su vientre. El primero –una nueva tribu- salió rojo, como un manto peludo; y lo llamaron Esav (Esaú). Luego salió su hermano –he aquí la última tribu-, con su mano aferrada al talón de Esav (Esaú); y lo llamaron Iaacov (Jacob)…" (Génesis 25: 23-26).
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Las Doce Tribus. Apéndice Zohar vol VI
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