viernes, 29 de febrero de 2008

Lo Bueno de lo Malo

El otro día me quedé pensando en el tema del burro del enemigo, del ietzer hará, y en la mecánica cuántica (no se preocupen, esto último lo pongo sólo para la foto) y antes de darme cuenta ya estaba malinterpretándome.

Si yo hubiese sido lector del blog hubiese corrido a poner el siguiente comentario: “¿Estás sugiriendo que la Torá permite los pensamientos negativos siempre y cuando no se los exteriorice?” y después hubiese pensado: "ja, ja, la atrapé a esta que se cree tan divertida" (si, tengo esas charlas conmigo misma, ¿qué le voy a hacer?). Pero como todo este conflicto se desarrollaba dentro de mi cabeza, lo resolví muy facilmente. Me dije: “no, la Torá no permite tener cualquier clase de sentimientos, sino que ofrece las técnicas para dominarlos” Listo, que pase el siguiente… y el siguiente era una pregunta: ¿cuando podré dominar al mío? (notarán que mi poder de asociación es bastante simple). Y la respuesta me dejó perpleja: “nunca”.

Lo lamento pero tengo malas noticias para todos: al ietzer hará (guerra declarada y todo) no le vamos a poder ganar. Cuanto más fuerte nos volvamos, más se fortalecerá el ietzer, esa es la regla. El trabajo del ser humano es vencer sus malas inclinaciones, ya lo dijimos, y ese trabajo dura toda la vida, por lo tanto, si nuestro ietzer no crecería en la misma medida en que nosotros vamos superándolo, no nos ofrecería resistencia y no tendríamos la oportunidad de crecer espiritualmente.

¡Pero si hasta parece bueno el ietzer! ¿Quién dijo que era mi enemigo? Enemigo era ese que se cruzó en el camino con su burro y su carga… o… ¿será posible lo que sospecho? Dijimos que la Torá se estaba refiriendo al dominio de la mala inclinación. ¿Ese enemigo representaba al ietzer hará? ¡Si! ¡Si! El Maharal de Praga explica que la palabra “Jamor” (burro en hebreo) viene de la raíz “Jomer”, materia, y que representa al cuerpo físico de la persona. Y justamente el cuerpo es el que se ve dominado por las necesidades del ietzer y viene a oponerse al alma. Ese versículo lo representaba: Si uno ve a su cuerpo resistiendo los objetivos del alma, colapsando bajo el “peso” de las mitzvot, tiene que ayudarlo a liberarse de su carga (o dicho de otra manera: refinar el cuerpo, para servir a Hashem). Utilizar su propia fuerza en su contra. Y claro, ahora me surge otra pregunta, y espero que a ustedes también. La respondemos en la próxima.

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