miércoles, 27 de febrero de 2008

El Burro de mi Amigo

Hoy no los voy a entretener mucho, lo que vengo a decir es cortito: La Torá nos prohíbe odiar “no odiaréis a vuestro hermano en vuestro corazón” (Vaikrá 19:17). ¿Les gustó? A mí también, hasta la próxima.

Salgo a hacer las compras, aparte de escribir para el blog, tengo una familia a la que alimentar, vuelvo cargada como un burro… ¿un burro? Eso me recuerda algo que parece contradecir lo que acabo de escribir.

Vamos a investigar un poco, no sea cosa que luego nos tilden de tratar los temas muy superficialmente (saludos Alexander, gracias por la crítica constructiva, estamos trabajando en eso). Veamos: (shemot 23:5): “Si ves el asno de alguien a quien odias, doblado por su carga ¿acaso te negarás a ayudarlo? Una y otra vez lo ayudarás” Pero… pero ¡qué atrevimiento! ¿Me están dando permiso para odiar al prójimo?

El Talmud discute la noción del odio. Tras una descripción acerca de los tres tipos de gente a la que Hashem odia, la guemara expone un caso en el que el odio hacia un trasgresor está permitido. No lo voy a detallar aquí (al que le interese: Pesajim 113b), porque lo que me interesa remarcar es que aún aunque odie al dueño del asno, es mi obligación ayudarlo, incluso si en el mismo momento mi amigo está en la misma situación (Bava Metzia 32b).

O sea que allí está el asno de mi amigo, no, perdón, no está bien decirlo así, corrijo: allí está mi amigo, con su asno rendido por la carga y allí está mi enemigo y su asno y bla bla y ¿qué? ¿Qué tengo que ir a ayudar a mi enemigo? ¿Para qué? La respuesta seguro los sorprenderá: ¡Para someter a la inclinación al mal! (la guerra continúa). Separar el odio del pensamiento del odio en la acción. Que me esté permitido odiar a esa persona no significa que me esté permitido comportarme como si la odiase. La Torá viene a enseñarme a dominar mis propias pasiones, para sacar lo mejor de mí siempre, para que mis malas inclinaciones no se apoderen de mí, para que no haya justificación para un mal comportamiento.

Nuevamente la Torá me está pidiendo, rectificar mi conducta y no rendirme ante los malos sentimientos. Y aunque hoy en día resulte difícil encontrar en el camino a un enemigo con un burro sobrepasado por la carga, para poner en práctica lo que acabo de aprender, no me va a resultar nada difícil encontrar a una burra que carga con la mala inclinación de no querer ayudar a un no tan amigo. Ahora sé que debo corregirlo.

1 comentario:

Gracias por comentar, se que cuesta esfuerzo