

¿Qué nos dice la Torá sobre el saludo? Gracias a Judaísmo Virtual, compartiremos con vosotros algunas de las cosas que dice la Torá sobre el saludo:
- Aprender a sonreír, independientemente del temperamento que uno posea. Como dijo el erudito Shamai: “Haz de recibir a toda persona con rostro cordial”. (Pirkei Abot 1: 14)
- Adoptar el hábito de saludar, independientemente de la posición de uno en la empresa, o en la sociedad. Esta particularidad consta explícitamente en la Mishná:
“Apresúrate a saludar a toda persona” (Avot 4.20). Y en el Talmud se amplía: como lo hacía R. Iojanan ben Zakai, sobre quien se dijo que jamás hombre alguno se adelantó a él en el saludo, ni siquiera un gentil en el mercado (Berajot 17a)
- Ser conscientes de que los gritos deben evitarse al comunicarse con la pareja, los hijos, y con cualquier otro ser humano. Esto lo indica la Escritura en forma clara: “Las palabras de los sabios, dichas cordialmente, son aceptadas” (Eclesiastés 9:17).
- Saludar con respeto a las personas mayores como está enunciado en el Pentateuco: “Delante de las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano” (Levítico 19:32).
- Acerca de devolver el saludo fue dicho en el Talmud: “Si el compañero le adelantó el saludo, y no se le respondió, éste es considerado un ladrón” (Berajot 6b)
1. La señora Sisinsky no sabe decir “no”. Contesta “si” incluso antes de saber qué le están pidiendo. Sabe que tiene que balancear esta cualidad para poder perfeccionarse como persona. Sabe que esto le resulta más fácil, pero que termina invirtiendo sus prioridades y confundiendo sus caminos. En Elul la señora Sisinsky decide trabajar en esta midá (cualidad de carácter) y cuando la vecina le pide que le cuide al bebé en el mismo momento en el que ella tiene que servir la cena para su familia, dice “no”. La señora Sisinky avanza un casillero.
2. La señora Nononsy no sabe decir “si”. No le interesa ayudar al prójimo, sólo busca su propio bien y comodidad. Utiliza todos los recursos para sacar provecho, vive especulando y sacando cuentas. En Elul la señora Nononsky sigue sin trabajar en su personalidad y cuando la vecina le pide que le cuide al bebé en el mismo momento en el que ella se iba a sentar a leer, dice “no”. La señora Nononsky retrocede un casillero.
3. La Señora Selfmademan no sabe pedir. Le gusta dar, pero no sabe recibir. Sabe que se está perdiendo de una parte importante en las relaciones humanas, pero su sentimiento de autosuficiencia le impide expresar lo que necesita y muchas cosas quedan mal resueltas por no haber buscado ayuda. En Elul la señora Selfmademan decide trabajar en esta midá y le pide a una amiga que la acompañe a aquella visita médica que venía postergando. La señora Selfmademan avanza un casillero.
4. La señora Dependman en lo primero que piensa es en quién la puede ayudar. Vive dando lástima y rogando que la ayuden en cosas en las que se podría arreglar por sí misma. En Elul la señora Dependman sigue sin trabajar en su personalidad y convence a una amiga para que la acompañe al correo y así amortiguar la espera. La señora Dependman retrocede un casillero.
5. La Señora Aintov tiene un mal ojo. Siempre advierte la parte mala de las cosas. Siente que el mundo es su enemigo. Termina lastimada por falsas agresiones y ofendida por fantasmas. Quiere cambiar su punto de vista, quiere encontrar el lado positivo de las cosas. En Elul la señora Aintov decide trabajar en está midá y cuando llega y encuentra su casa desordenada, destaca que el desorden se debe a un momento en la que su marido jugó (como un niño) con sus hijos. La señora Aintov avanza un casillero.
6. La Señora Ainraj nunca ve más allá de las cosas, su punto de vista es el único que tiene validez y es muy rápida para clasificar: Tiene a mano todas las etiquetas negativas para encasillar a las personas: mentiroso, ladrón y envidioso son las que más utiliza. En Elul la señora Ainraj sigue su camino y cuando llega a su casa arma un escándalo porque “el desconsiderado” dejó la cocina sucia... luego de preparar la cena para toda la familia. La señora Ainraj retrocede un casillero.
Las reglas del juego de Elul son misteriosas, el mismo número en los dados puede conducir a dos casilleros distintos en el tablero, no se sabe quién está avanzando, pero es seguro que quien deja pasar el turno, retrocede. En el juego de Elul participamos todos, pero jugamos solos, cada cual atiende su juego.
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Desde una visión meramente cronológica, todas las festividades señalan momentos posteriores al pecado de Adán. Recorramos el calendario hebreo y sus festividades desde atrás hacia delante: la festividad de Sukot representa el paso por el desierto; la festividad de Shavuot, la entrega de la Torá; la festividad de Pesaj, la salida de Egipto. Todas estas celebraciones son cronológicamente posteriores al pecado: un hombre caído atraviesa el desierto, un hombre caída recibe la Torá, un hombre caído se libera de Egipto. Sin embargo existe una festividad que incluye el "después del pecado", pero también el "antes del pecado": Rosh Hashaná, el día de la creación del hombre. Curiosamente, el día en que comienzan los Diez días de Teshuvá que concluyen con el Día del Perdón.
Rosh Hashaná, en el lenguaje de los Sabios, es también el Día del Juicio ya que el hombre transgrede y es juzgado el mismo día de su creación. Pero éste es el aspecto posterior al pecado: las tres últimas horas del día. Pero también la esencia de esta festividad incluye a las nueve horas anteriores al pecado, las horas ilesas, las horas puras.
Y tal vez esto sirva para explicar el misterio de la tensión sagrada que reina durante Rosh Hashaná: se comen platos especiales, se bebe vino, y se lucen vestimentas elegantes, y sin embargo los libros de la Vida y de la Muerte están abiertos para decretar el destino de la persona (Tratado de Rosh Hashaná 32b).
Pero a un nivel temporal, en este día las dos opciones conviven: la posibilidad de vincularnos con el "antes" del pecado y recuperarlo, o comunicarnos solamente con el Juicio y dar la espalda a la Luz que brilló durante las primeras horas de la Creación.
Teshuvá temporal: el retorno y el re-encuentro con esa Luz inicial, la que todo ilumina, la que todo cura.
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En: Aceca de la Teshuvá. Por Rav Ben Itzjak
De acuerdo con el relato de la Torá, el Primer Hombre, Adán, fue creado el sexto día de la Creación, el primer viernes de la historia. En el Talmud (Tratado de Sanedrín 38b) se nos enseña cómo transcurrió su primer día de vida.
Primera hora: se reunió el polvo de la tierra con el que habría de formarse su cuerpo.
Segunda hora: se hizo su cuerpo físico, informe.
Tercera hora: se establecieron sus miembros.
Cuarta hora: se le insufló un alma.
Quinta hora: se puso de pie.
Sexta hora: colocó nombre a los animales.
Séptima hora: se estableció su pareja, Eva.
Octava hora: procrearon.
Novena hora: se le ordenó que no comiera del Árbol.
Décima hora: transgredió.
Décima primera hora: fue juzgado.
Décima segunda hora: fue expulsado.
Revelador: de acuerdo con los Sabios del Talmud el hombre pecó al final del día. Por consiguiente, las primeras nueve horas de su vida constituyen su etapa anterior al pecado, el "antes", y es más larga y prolongada que su "después", conformado solamente por las tres últimas horas de ese día.
¿Cómo y cuando se retorna espiritualmente a este tiempo anterior al pecado? ¿Cuándo vuelven a besarse el "antes" y el "después"? ¿Cuándo podemos vincularnos nuevamente con esa Luz rectificada de las primeras horas del mundo?
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En: Acerca de la Teshuvá. Rav Ben Itzjak