El otro día pensaba que era un día muy bello hasta que el conductor de un tractor mató a cuatro personas e hirió a más de cuarenta. Yo iba caminando por Iafo, escuchando música y tomando un iced coffee y de golpe tuve que despedirme de la imagen de un mundo ideal.
Estaba equivocada al pensar que el mal no tiene incidencia en donde no se le da cabida. No había lugar para la duda que propuse en el post anterior acerca de si cada uno genera su propia realidad. Cerrar los ojos no es respuesta a ninguna pregunta. Este es un mundo imperfecto.
El judaísmo determina que el objetivo de la vida es corregir al mundo para permitir que se manifieste la Presencia Divina. El desconocimiento no cambia la realidad, lo que la cambia es lo que hacemos con ella luego de que la reconocemos. El que quiera tener una existencia real debe ampliar su espectro de conocimiento y de sensibilidad al máximo, y en vez de dejarlos como una sabiduría abstracta, utilizarlos para modificar el mundo (tikun olam).
Decimos en la tefilá de aleinu: letaken olam bemaljut sha-dai (reparar el mundo bajo la soberanía del Todopoderoso). Este concepto que parece para superhéroes está hecho a nuestra medida. El poder de rectificar al mundo está en nuestras manos y sólo requiere un pequeño acto a la vez: Devolver un vuelto de más, acompañar a paso lento al anciano que cruza la calle, saludar con una sonrisa a quien no nos saluda, recoger un papel de la acera, ofrecer un vaso de agua, dar el asiento, otorgar un halago; son todos pequeños actos que reflejan la Presencia de Hashem en el mundo y que incrementan la luz.
Hashem puso en cada ser humano una chispa Divina; de nosotros depende dejar que se expanda o se extinga. Cada uno puede lograr que el futuro perfecto deje de ser sólo un tiempo verbal.
Estaba equivocada al pensar que el mal no tiene incidencia en donde no se le da cabida. No había lugar para la duda que propuse en el post anterior acerca de si cada uno genera su propia realidad. Cerrar los ojos no es respuesta a ninguna pregunta. Este es un mundo imperfecto.
El judaísmo determina que el objetivo de la vida es corregir al mundo para permitir que se manifieste la Presencia Divina. El desconocimiento no cambia la realidad, lo que la cambia es lo que hacemos con ella luego de que la reconocemos. El que quiera tener una existencia real debe ampliar su espectro de conocimiento y de sensibilidad al máximo, y en vez de dejarlos como una sabiduría abstracta, utilizarlos para modificar el mundo (tikun olam).
Decimos en la tefilá de aleinu: letaken olam bemaljut sha-dai (reparar el mundo bajo la soberanía del Todopoderoso). Este concepto que parece para superhéroes está hecho a nuestra medida. El poder de rectificar al mundo está en nuestras manos y sólo requiere un pequeño acto a la vez: Devolver un vuelto de más, acompañar a paso lento al anciano que cruza la calle, saludar con una sonrisa a quien no nos saluda, recoger un papel de la acera, ofrecer un vaso de agua, dar el asiento, otorgar un halago; son todos pequeños actos que reflejan la Presencia de Hashem en el mundo y que incrementan la luz.
Hashem puso en cada ser humano una chispa Divina; de nosotros depende dejar que se expanda o se extinga. Cada uno puede lograr que el futuro perfecto deje de ser sólo un tiempo verbal.
Gracias por tus reflexiones... de verdad haces pensar.
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