lunes, 7 de abril de 2008

Kinim - Piojos (Tercera Plaga)


Además del trabajo de construcción al cual estaban forzados, los Egipcios obligaban a los Judíos a realizar tareas en sus casas. Constantemente los forzaban a fregar y limpiar las casas Egipcias, sus jardines, las calles y los campos. Y aunque constantemente se ensuciaban con esas tareas, los Egipcios jamás les permitían lavarse y limpiar sus cuerpos. Y medida por medida, Dios envió la Plaga de Piojos sobre los Egipcios, infestando su tierra y sus cuerpos. De hecho, la misma tierra se transformó en piojos. 

Estos piojos de tierra se encontraban 50 cm por sobre el suelo y 25 cm por debajo. Ahora, cuando los Egipcios querían barrer sus casas, todo lo que podían barrer eran piojos. También infestaban sus cuerpos, causándoles una intolerable picazón. Buscando alivio para ello, los Egipcios comenzaron a rascarse contra las paredes, arrancándose la piel. Pero los piojos continuaban incrustados en sus rostros y entre sus ojos. Ni siquiera lavándose el cuerpo podían deshacerse de los piojos. 

Durante las dos primeras plagas, los magos Egipcios duplicaron parcialmente los actos de Moshé. También ellos fueron capaces de volver el agua en sangre y traer ranas. Como resultado de ello, estaban convencidos que Moshé no era más que un mago, aunque más grande que ellos; pues las aflicciones que cayeron por mano de Moshé fueron mucho más severas que cualquier cosa que los magos Egipcios hubieran podido reproducir. Sin embargo, con la Plaga de los Piojos fue diferente, pues los magos fueron incapaces de repetir las acciones de Moshé. Esto se debió a que los piojos son diminutos y la magia no tiene poder sobre cosas tan pequeñas. "¡Es el dedo de Dios!" admitieron los magos. Pero sólo admitieron que era un dedo. Al igual que con las otras plagas, la tierra de Goshen no fue tocada y los Judíos no fueron afectados por los piojos. Aún así el Faraón endureció su corazón y no tomó en cuenta las advertencias de Moshé Rabeinu.

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