lunes, 18 de febrero de 2008

Un paseo por la naturaleza (humana)

Notarán que he dejado de titular mis post como “tratando de crecer”. De ninguna manera deben atribuir esto a un cambio de intenciones personales. Sigo intentando crecer (espiritualmente, por cierto), pero me molestaba un concepto estético (deformación profesional), y además imagínense el post número 989: “TDC CMLXXXIX (si llegaron a leer hasta aquí, ganaron un premio)”. No se asombren, he tomado decisiones basadas en causas mucho más intrascendentes.
Lamento haberlos aburrido con este preámbulo, (no esperen mucho más del resto), pero ahora les pido su atención (se las devuelvo al final del post).
Me estaba vistiendo. Al momento de ponerme lo zapatos recuerdo las halajot para vestirse… no presté atención y no sé si me vestí en el orden correcto. Por lo menos me quedan los zapatos, pienso. La halajá es la siguiente: ponerse primero el zapato derecho sin atarlo, ponerse el izquierdo, atarlo y finalmente atar el derecho. Fácil, allá voy: me pongo el zapato derecho, noto que tengo que lustrarlo, pasa un pájaro por la ventana y ¡Zap! ¡Lo até! ¿Entienden lo que digo? ¡Lo até! Un segundo después de recordar cómo debía hacerlo, lo hice como no debía. Ahí es cuando dejé todo y vine a verlos. Necesito que aclaremos qué es lo que lleva a las personas a rebelarse ante las obligaciones.
Veamos los siguientes ejemplos: 1.Una vecina viene cargada con muchas bolsas. Decido ayudarla. ¡Qué bien! ¡Qué buena persona soy! Vuelvo contenta a casa. Me premio con un chocolate. 2. Una vecina viene cargada con muchas bolsas. Me pide que la ayude. Lo hago pero… ¿quién se cree que soy? ¿una changadora? Grr…grr…Vuelvo enojada a casa. Necesito un chocolate. ¿Qué pasó? Misma hora, mismo lugar. La única diferencia es que me “obligaron” a hacerlo.´
¿Qué es esa fuerza que viene a oponerse a uno mismo? Esa que dice: “no voy a hacer lo que me digan, voy a hacer lo que yo quiera” ¡Pero si lo que quiero hacer es hacer lo que debo!
Vuelvo al momento de ponerme los zapatos… a menos que fuese contorsionista, no podría ponerme los dos a la vez. Primero me tengo que poner uno, luego el otro. Es un regalo increíble que Hashem me de méritos por algo que igualmente haría. Y así con todo. Las halajot abarcan cada aspecto de la vida. La Torá está diseñada para el ser humano. Y casi todo está permitido en su lugar y momento adecuado. Para desarrollarme como persona plena tengo que manejarme dentro de las leyes. Entonces ¿por qué me opongo? eh, ¿por qué? Me voy a tomar el trabajo de averiguarlo. Y si ustedes quieren (sólo si quieren, no vayan a pensar que los estoy obligando...) pueden ayudarme a pensar.
Pongámonos a trabajar, al agua pato, zapatero a sus zapatos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

YO DIRIA QUE SIEMPRE ACTUAMOS DE MANERA INCONSCIENTE... ES COMO EL ARTE ZEN:ESTAR EN LO QUE ESTOY HACIENDO AL 100%. LLEGAREMOS A ESO ALGUN DÍA??