viernes, 8 de febrero de 2008

TDC IX (El efecto dominó)

Ayer fue un día hermoso, el cielo estaba azul como el mar de un sueño. Me senté a leer en el balcón. Así leía: palabras, palabras, palabras y de pronto, una daga en el pecho.

La daga era una cita del Jazón Ish (Emuná y Bitajón 4:14), y aunque es muy posible que a ustedes no les afecte tanto como a mí, les doy unos instantes para que se pongan a resguardo… ¿listo? allá va:

“El trabajo para perfeccionar los rasgos del carácter, no debe hacernos olvidar del amor a uno mismo. El deseo de gloria, en efecto, es un elemento inherente en el ser humano. Si en la búsqueda de perfeccionarse a sí misma, la persona trata de eliminar su tendencia natural de obtener honor, lo que hace es destruir su propia esencia. La Torá nos incita a amarnos a nosotros mismos y a intentar obtener honor. Sin embargo, debemos entender qué es el verdadero honor. El verdadero honor es la Torá, el verdadero honor es la humildad, el verdadero honor huye del honor imaginario”.

Se preguntarán por qué lo que acababa de leer me cambió la tarde. Yo también me lo pregunté.

La primera sospecha que me invadió fue que lo que el Jazón Ish decía me arruinaba años de trabajo. Como esas construcciones con fichas de dominó, que al caer la primera arrastra a todas las demás, esta cita derrumbaba mi ficha “huye del honor” y arrastraba con ella todas las que le seguían. Comprenderán que tuve que dejar de leer y ponerme a ordenar ese desorden. Pero, ya que mis fichas estaban desparramadas por el piso, me animé a mirarlas más de cerca y cuanto más las miraba, más ajenas me parecían… de quién era esa ficha “no eres nada” ¿quién la había puesto allí? ¡Y esa!: “no puedo, no puedo, no puedo”. Me asombró darme cuenta de que eran las mismas fichas que yo había puesto, sólo que ahora estaban un poco deslucidas, despintadas por el tiempo. Eran conceptos mal aprendidos y a esta altura no estaba segura de querer volver a ponerlas en el lugar que hasta hoy ocupaban.

¿Quizás sería mejor desaprender lo mal aprendido? Lo intento tirando esas fichas a la basura y colocando una nueva:

Cualquiera que se detenga a considerar su propia singularidad se verá sorprendido. De todas las personas que han vivido desde la época de Adam hasta el día de hoy, nunca ha habido nadie como tú: y de todos los que vivirán desde ahora hasta el final de los tiempos, nunca habrá otra persona como tú. Eres una combinación única de habilidades, características, rasgos, fortalezas y debilidades. Cada persona es tan especial y única que debe proclamar "el mundo fue creado para mí".
Alei Shur (volumen II, pág. 414)


Ya me sentía un poco mejor. Mi sensación ahora es que esa daga no había sido más que un bisturí que extirpó algo indeseable, algo que estaba destruyendo mi esencia.

Me queda saber qué es lo que debo buscar, averiguar cual es el honor imaginario y cual el verdadero. ¿Tienen alguna idea? Si yo lo averiguo, les cuento.

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