miércoles, 8 de abril de 2009

Carpe diem

Sabrán disculparme por tomar esa frase para el título del post. Que nadie se confunda y piense que estoy  incentivando la formación de algún club de poesía donde la mayor rebelión termina siendo pararse sobre los pupitres de la clase.

Este “carpe diem” apuesta a más, este “carpe diem” grita: aprovecha el día, aprovecha la influencia del día. Aprovecha el tiempo propicio para refinar tu carácter. Aprovecha los cuarenta y nueve días del Omer en los que Hashem nos abre las puertas para la rectificación espiritual y por sobre todo, aprovecha el increíble trabajo que Elisheba realizó el año pasado, detallando el trabajo interno de cada día.

Les propongo ir preparándonos. No crean que será fácil encontrar la oportunidad de trabajar el aspecto correspondiente, pero si lo decidimos desde antes, por lo menos sabremos qué estamos buscando.

Por ejemplo, en el día uno, habrá que encontrar una nueva manera de expresar amor a un ser querido. Si, si, ya sé, dejen de protestar, ya sé que ustedes expresan amor maravillosamente, pero este desafío reside en encontrar una manera nueva. Hacer que algo desconocido empiece a formar parte de nuestra vida.

Y el día dos nos encontrará en otra encrucijada: Dar lo que el otro necesita y no lo que sabemos, lo que nos sale, lo que nos sobra. Pero ¿cómo yo, que apenas llego a descubrir lo que yo quiero, puedo saber lo que es bueno para el otro? ¿Qué somos? ¿Adivinos?

De eso se trata el Omer. De hacer cosas de las que no nos creemos capaces. Convertirnos en las personas que querríamos ser. ¿Suena pretencioso? ¿suena inalcanzable?.

Los días del Omer son una situación extraordinaria, y cuando una persona ordinaria se enfrenta a una situación extraordinaria, pueden pasar dos cosas: que la persona transforme la situación en ordinaria o que la situación transforme a la persona en extraordinaria. Yo sé de qué lado me gustaría estar. Carpe diem. Que aprovechemos cada día. 

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