Rabí Iojanan decía: Tres llaves se encuentran en manos de D´s y no fueron entregadas a emisario alguno: la de la lluvia, la de dar a luz, y la de la resurrección de los muertos (Taanit 2b)
La caída de la lluvia es más trascendental que la resurrección de los muertos, pues esta última afecta sólo al hombre, en tanto que la primera repercute tanto en los hombres como en los animales. La resurrección de los muertos está destinada a Israel, pero la lluvia es para Israel y las naciones del mundo (Bereshit Rabá 13)
[D´s dice:] Muchas gotas de lluvia he creado en las nubes, y cada una de ellas le he formado distinta, porque si dos gotas cualesquiera fueran iguales, arruinarían la tierra, y ésta no daría sus frutos (Bava Batra 16a)
Tres cosas son equivalentes: la tierra, la humanidad y la lluvia. Sin tierra no hay lluvia; sin lluvia no hay tierra; y sin ambas, no existiría el hombre (Bereshit Rabá 13)
El versículo expresa: Y daré vuestras lluvias en su momento apropiado (Levítico 26:4). Rabñi Iojanán decía: Tres regalos fueron entregados al mundo: la Torá, las luminarias del cielo, y la lluvia en su momento adecuado (los viernes por la noche). En la época de Shímon ben Shétaj las lluvias caían los viernes por la noche, y eran tan abundantes y beneficiosas que las semillas de trigo tenían el tamaño de los riñones y la cebada era como el carozo de las aceitunas.
Muy interesante, pero por qué el momento adecuado es el viernes por la noche?
ResponderEliminargracias