lunes, 16 de junio de 2008

El camino del mundo

El otro día estaba esperando que el hombrecito del semáforo se pusiese verde, mientras el sol de la siesta me pegaba en la nuca. Debido a la insolación primero me puse a pensar en por qué serán “hombrecitos” y no “mujercitas” y luego, pasé a una etapa especulativa: “este semáforo seguro que no funciona, y no hay ni un auto en la calle... yo cruzo”, y justo cuando estaba por mover el pie, recordé algo que escuché de mi rabino: cruzar mal la calle es Jilul Hashem (profanación del nombre de Dios).

El pueblo de Israel es el pueblo elegido. Elegido para ser un ejemplo ante el resto de las naciones, para inspirar con su comportamiento y para santificar el nombre de Hashem. Eso nos compromete como individuos a actuar de manera impecable y a estar atentos al efecto producido por cada acción que realizamos.

La prohibición de provocar Jilul Hashem la encontramos en vaikra, "Y no profanaréis Mi Santo nombre…" (22:32) y aquí, otra vez, la Torá nos exige poner un poco más de nosotros, un poco de sentido común (que es el menos común de los sentidos) y comportarnos en público y en privado, con lo que nuestros sabios definen como derej eretz.

Derej eretz es el comportamiento en el mundo material, en el mundo de las relaciones humanas, desde nuestras familias hasta los perfectos desconocidos (que me cuenten los desconocidos cómo lograron ser perfectos).

Por supuesto no alcanza sólo con tener un buen comportamiento para cumplir nuestra misión en el mundo. "Derech eretz kadma l’Torá" (La buena conducta precede a la Torá), sin la Torá, el buen comportamiento no tiene finalidad, pero el derej eretz es la vestimenta adecuada para entrar al palacio y santificar al Rey.

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