jueves, 20 de marzo de 2008

Road Movie

El autobús estaba repleto. Sentada en el tercer asiento pensaba en qué bien me vendría el auto de los supersónicos para volar por sobre todo el tráfico de Geula. Bueno, en eso estaba yo, en pensamientos tan profundos cuando una total desconocida que subió al autobús con una panza de varios meses me abrió el cajón de la mente con la etiqueta justificaciones. Como ese cajón está muy lleno empezaron a caer enseguida. “Estoy taaaaan cansada y el calor y la uña encarnada. Yo también podría estar embarazada simplemente que todavía no me he enterado y pues claro que yo también debo cuidarme. Y a ella no le vendría mal un poco de ejercicio aunque sea contorsionarse con sus paquetes entre frenadas y aceleres porque que yo sepa eso no está contraindicado.”

Pero ¿por qué me está mirando? ¿No sabe de la vez que me caí en el autobús y me tuvieron que poner un yeso? ¡pero claro! ¡si tiene cara de egoísta! se nota que piensa más en sí misma que en mí. Ni siquiera tendría que viajar en autobús, se podría haber tomado un taxi. ¿Pero por qué me sigue mirando? ¿Por qué no mira a esa otra?, no esa no, a esa, la del segundo asiento. ¿Por qué no se para ella para cederle el asiento? Es joven y cansada no puede estar, a menos que consideremos agotador limarse las uñas todo el día sentada en un sillón. Y para colmo se hace la distraída, claro, con los anteojos de sol puede pasar como que no la ve. Dale, dale el asiento, pienso. No hay excusa para su comportamiento. ¡Le voy a recomendar que lea este blog para que aprenda a trabajar en sus midot!

Después de un rato en el que me hice un poquito la dormida mientras no sé por qué me vino la idea de comprarme unos buenos anteojos de sol, vi que la villana se paraba. Ajá, pienso, allí va la ingrata, ¡y para colmo se tropieza con el señor de la mandíbula maciza! ¿No ve por dónde camina? ¡Y hasta golpea con su bastón blanco a la embarazada. ¿Está ciega?

Uy, me parece que sí, que está ciega.

Buen momento para quedarme callada.

Recuerdan que luego de mi pequeño ataque esquizofrénico había llegado a la conclusión de que debía interiorizarme en el tema de cómo me juzgo a mi misma y cómo juzgo a los demás.

Hoy empiezo con algo muy cortito: El Jafetz Jaim nos enseña en su libro Shmirat Halashon que uno debe emplear el mismo esfuerzo que utiliza en justificar las acciones de uno, en justificar las acciones del otro. Y que en el cielo todo hombre será medido con el mismo patrón que él ha utilizado para medir a los demás.

Y que por hoy me perdonen ya que la más ciega fui yo, porque como dice el viejo refrán, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

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