El primer golpe me lo dio la limpieza de Pesaj. Porque aunque al principio me lo tomé con filosofía zen, terminé zen ninguna filosofía. Pasé de parecer el karate kid entrenando, a ser una maniática estrujadora de trapos. Tanto yaquestamos arreglo la puerta rota, y yaquestamos rasqueteo las paredes, que cuando llegué a la verdadera limpieza de Pesaj, las fuerzas no me alcanzaron.
El segundo golpe fue directo al estómago, en el jag en sí. Porque el jagensi me encontró untando matzá. Matzá con manteca, matzá con queso, matzá con chocolate y matzá con mermelada. Me di cuenta de que la pelea no iba muy bien cuando cambié de categoría y pasé de peso mosca a peso pesado.
Y por último las vacaciones, ah… las tan ansiadas vacaciones. Esos fueron los golpes que me dejaron tambaleando. “¿Hoy qué hacemos?” era un cross directo “mami ¿a dónde vamos?” un golpe de gancho y el continuo “¿qué hay para comer?” directamente me dejaba contra las cuerdas (y a favor de las locas).
Yo sé que muchas de ustedes me entienden. Que queremos lo que tenemos pero no podemos dejar de quejarnos. Mi tía diría que el calavera no chilla, y yo le contestaría que en eso estamos, que el trabajo del Omer del día de hoy era intentar armonizar dos zonas de la vida aparentemente conflictivas. Así que si, que estoy knockout, pero que no, no quiero otra cosa. Y que aunque a veces la pelea se pierda, no hay que tirar la toalla. Que hay que mirar a largo plazo, como propone el trabajo del día once, y que el próximo Pesaj me encuentre con la guardia alta.
t extrañamos
ResponderEliminarEXCELENTE COMO SIEMPRE
BESOS