No sé como los habrán vivido ustedes, pero los días previos al jag, para mí fueron días de mucha oscuridad: malas noticias por todos lados y un sentimiento de desasosiego instalado. Elul había soltado su carga y hacia el final, cuando más las necesitaba, ya no me quedaban fuerzas.
El tiempo avanzaba como un tren expreso mientras yo cocinaba un banquete, saludaba a los parientes, limpiaba la casa y saldaba las deudas. En el horario indicado el tren se detuvo en la estación Rosh Hashaná y yo me bajé con todo listo, pero no preparada.
Apenas puse un pie en el andén, supe que las murallas que me separaban del mundo seguían allí. Estaba atrapada y me había olvidado el camino para salir. ¿Cómo iba a llegar a la coronación del Rey?
Recordé una clase en la que estuve hace varios años en donde se dijo que precisamente ese era el trabajo del satán: insensibilizarnos, encarcelarnos, separarnos de la Divinidad. Y por suerte también recordé cuál era la llave para abrir todas las puertas.
El sonido del Shofar atraviesa todas las barreras para ayudar al alma a salir de su encierro. Es en ese momento y no en otro en el que podemos salir de la cárcel, es con la voz del shofar que se puede atravesar el puente. Sólo había que pedir salir de allí, sólo había que pedir estar cerca de Hakadosh BarujHu y dejar que la fuerza de esos días sagrados nos penetre.
Así que no sé como los habrán vivido ustedes, pero los días de Rosh Hashaná, para mí fueron días de mucha luz.
Shaná Tová para ti y tus compañeras.
ResponderEliminarPuedo decir que para mi también hubo mucha luz este Rosh Hashaná, sobre todo porque al fin entendí que el juicio de Rosh Hashana no es individual (el individual se hace diariamente y por eso el Shemá de la noche) sino es un juicio de tu como parte de la creación, en que estado estas en ese preciso momento y si aun puedes cumplir con tu misión de vida.