domingo, 20 de enero de 2008

TDC II (la amiga que me gustaría tener)

“No hagas al prójimo lo que no quisieras que te hagan a ti”. ¡Cuánto uso esta frase! No tengo miedo a equivocarme si digo que la uso diariamente, aunque, también me animo a sospechar que no la entiendo en la dirección correcta, que tiendo a darla vuelta. Me explico: Apenas me siento ofendida o molesta por algo que alguien dice o hace, allí aparece ella, siempre lista para su aparición triunfal: “no debería hacerme lo que no le gustaría que le hiciesen”.
Pero, un momento; no es eso lo que dijo Hillel…
Mi mirada tiene un problema de dirección ya que siempre soy yo mirando al mundo, me pasó esto, me pasó lo otro. Y gran parte de mis frustraciones se generan cuando el otro no responde como espero o necesito que responda. Sin embargo, lo que pasa, muchas veces, es que el otro simplemente está pasivo, no me está haciendo nada. Esto me lleva a pensar que habría que dar un paso más y decir: Haz a tu prójimo lo que te gustaría que él te haga.
Quizá no sea suficiente con evitar dañar al otro, quizá habría que intentar responderle al mundo tal como nos gustaría que el mundo lo haga con nosotros. Si una vecina está enferma ¿qué es lo que me gustaría que ella hiciese por mí, si fuese yo la enferma? Si mi marido está con mucha presión ¿cómo me gustaría que él me tratase en su situación? Cambiar la dirección en la mirada, e ir hacia allá, convertirme en la amiga que me gustaría tener.
En los años sesenta algún artista (no puedo recordar quién, y… no van a poder creerlo: ¡no lo encontré en goolge!) dijo: “¿quién quiere cambiar el mundo? Yo sólo quiero cambiar el mío”, bueno, voy terminar este post proponiendo esta frase (pero de cabeza) como mi tarea para el hogar: ¿Quién quiere cambiar el mundo? Yo sólo quiero cambiar el tuyo.

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