Hay veces que te encuentras una y otra vez con un tema, una idea o el nombre de una persona y tú insistes en pasar por encima de ello sin ponerle atención. Pues así me pasó con el nombre de una de las grandes mujeres del Talmud: Bruria. Por eso decidí solucionar el tema y averiguar un poco sobre ella. Os contaré lo que he encontrado.
Bruria vivió en el siglo II EC. Hija de Rabí Hanania ben Teradion y esposa de Rabí Meir, es la única mujer del Talmud cuyas opiniones halájicas fueron aceptadas como ley. En las 10 fuentes que la mencionan, algunas del campo de las decisiones de la ley judía, otras del campo de la hagadá, Bruria surge como una enérgica mujer excepcional dotada de una compleja personalidad.
Desde joven, Bruria participaba en las sabias deliberaciones que tenían lugar entre su padre y otros eruditos. Rabí Judá Ha Nasí (el príncipe), redactor (editor) de la Mishna, alabo sus interpretaciones; en un caso prefirió su interpretación a la de su hermano. Es claro que su esposo, Rabí Meir, respetaba mucho su consejo. Se cuenta que una vez Bruria escucho a su esposo orando por la muerte de ciertos rufianes que habia en su barrio. Ella lo reprobó, valiéndose de la siguiente interpretación del Salmo 104:35 "Deja que los pecados (en lugar de los pecadores) cesen de la tierra", de manera que, sea como fuere, "dejen de haber malvados". En lugar de pedir su muerte, le aconsejo orar por que se arrepientan. Rabí Meir siguió sus consejo y solicitó piedad por ellos y se arrepintierón (Berajot 10a).
Otro incidente trágico revela el poder espiritual de Bruria, su profundo respeto por la santidad del Shabat, su susceptibilidad por el bienestar físico y emocional de su esposo y su fe en Dios. Dos de sus hijos se enfermaron repentinamente y murieron un viernes por la noche. Bruria decidió no decirle a su esposo hasta después de Shabat, ya que de acuerdo a la ley Judía, uno no tiene permitido tener un funeral en Shabat, ni estar de luto abiertamente. No había nada que pudiesen hacer hasta después de Shabat, así que se guardó la información para sí misma, y dejó que su esposo disfrutara del día (imagínense poder hacer eso!). Explicar en dónde estaban los muchachos fue una de las pruebas más fáciles.Cuando acabó Shabat, Bruria contó la trágica noticia a su esposo de la siguiente manera. Primeramente, le hizo un pregunta legal: ¿Cuál es la manera adecuada de actuar si una persona recibe como depósito dos joyas de otro para cuidárselas hasta que el dueño las reclame, y después de un tiempo, el dueño original requiere la devolución de las joyas? Rabí Meir respondió que obviamente uno está obligado a regresarlas cuando se le es requerido. Después de recibir la respuesta, llevó a su esposo hasta donde sus dos hijos yacían y le dijo: “D´s nos ha pedido que le regresemos el depósito de sus dos joyas”. Viendo a su esposo llorar, le recordó: "¿No me dijiste que debemos devolver lo que nos confían? 'D´s dio y D´s ha quitado' " (Midrash de Proverbios 31:1).
Bruria también podía ser dura si sentía que la situación lo requería Una vez, Rabí Iosé Hagalilí estaba parado en un cruce, y no estaba seguro acerca de qué camino debía tomar, cuando se encontró con la esposa de Rabi Meir, Bruria, que era muy sabia. "¿Qué camino debo tomar para llegar a la ciudad de Lod?" le preguntó a ella. "Idiota", ella lo reprobó, "¡¿acaso no sabes que nuestros Sabios recomiendan que la conversación con una mujer sea lo más corta posible (Pirké Avot 1:5)? Debiste haber dicho, "¿Cuál vá hacia Lod?"!"
Cuando su padre fue sentenciado por los romanos a ser quemado (fue uno de los diez sabios cruelmente martirizados por los romanos) y su madre sentenciada a muerte, y ella misma conminada a realizar trabajos forzados, recito el versículo “Tus planes son grandiosos y tus obras son maravillosas. Tu ves todo lo que hacen los seres humanos para darle a cada cual su merecido de acuerdo a sus acciones” (Jeremías 32:19). Que maravilloso es al hombre recto exclamo Rabi iehuda Hanasi al escucharla; en sus momentos de desolación ella recita un versículo de reconocimiento sobre los juicios de D-s, algo sin antecedentes en todas las escrituras! (Midrash sifre, Deuteronomio, 307)
ME ENCANTO!
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