martes, 23 de diciembre de 2008

Dame tu opinión

Si ustedes también andan con la cabeza torcida y el cuello agarrotado saben que esa visión distorsionada del mundo se la debemos a la costumbre de hablar por teléfono mientras lavamos los platos. Para quienes se preguntan qué tanto tenemos que decir las mujeres como para andar sosteniendo el inalámbrico entre el hombro y la oreja mientras tendemos las camas y doblamos la ropa, les cuento que lo que hacemos cuando hablamos con nuestras amigas es, la mitad de las veces, dar nuestra opinión, y la otra mitad, pedir un consejo.


Sabemos a cual integrante del nuestro oráculo recurrir ante cada pequeño dilema. Sabemos combinar los números para descubrir cuánto aceite equivale a medio pan de margarina, qué cantidad de analgésico corresponde darle a un niño de tres años o qué marca de tostadoras se puso de oferta.

Una de las mitzvot bein adam leJaveró es la que nos advierte que no debemos provocar que otra persona cometa una trasgresión: “No maldeciréis al sordo y no pondréis estorbo delante del ciego; temeréis a vuestro Dios” (Vaikra 19:14). Los aspectos de esta mitzvá son muy amplios, pero aquí sólo me voy a referir a una de sus implicaciones, la que se refiere a dar consejos.

Por una parte esta mitzvá nos indica que nos cuidemos de dar un mal consejo. Una sugerencia que sea perjudicial para la persona que lo pide o para cualquier otra, entra dentro de esta categoría, pero sobre todo, un mal consejo es aquel que es dado en beneficio propio, con segundas intenciones. Por eso el versículo termina diciendo “…temeréis a vuestro Dios”, porque Él es el que sabe cuál es nuestro verdadero propósito cuando damos una opinión.

Por otra parte esta mitzvá tiene un lado activo y es la obligación de dar un consejo cuando nos lo piden. Esto no se refiere a andar opinando a troche y moche sobre cada tema que se hable en el mercado. Tampoco a ir dando consejos al tun tun sin haberle dado importancia al asunto. Se trata de permitirle a Hashem que nos utilice como vehículo para mandar una respuesta, y eso sólo lo podemos lograr si nos comprometemos con la realidad del otro, si lo escuchamos y validamos dándole tanta importancia a su problema como si fuese nuestro.

La vida comunitaria debería funcionar como un engranaje. Algunas veces nos tocará  ser los que sacan de una duda o revelan un truco y otras veces estaremos formulando las preguntas o pidiendo socorro. Hay que saber estar de ambos lados.“El camino del insensato está frente a sus propios ojos, pero el que escucha un consejo es sabio” (Proverbios 12:15).  Es muy posible que lo que para nosotros resulta obvio esté oculto para el resto. Los secretos están todos revelados, sólo hay que buscar a quien tenga la respuesta.  

1 comentario:

Jannah dijo...

Increíble... publicado el 28 de diciembre del 2008 y yo como si recién lo leyera. Ha de ser que lo que escribís acá lo necesito ahora y no hace 6 meses!!!!

Shavua Tov querida Judi......