miércoles, 2 de julio de 2008

Jardín de gente

El otro día me encontré con una amiga en mitad de mi caminata nocturna, y mientras nuestros tendones y cartílagos se fortalecían, me contó que está en un momento difícil de su vida porque siente que no encaja en ningún lugar y por otro lado, tampoco le interesa encajar porque no le gusta lo que ve del mundo que la rodea.

Me dejó patidifusa esa confesión espontánea, porque vista desde afuera, mi amiga es una persona que inspira, que es digna de admirar y que no parece esconder los malos sentimientos que ella asegura estar sintiendo.

Hablamos del entorno, de lo que genera en uno la aceptación o el rechazo, y nuestras posiciones eran tan opuestas como la fantasía lo es a la realidad. Lo que no puedo precisar es exactamente cuál de las dos estaba de cada lado.

Hay una película de moda que según sus simpatizantes viene a develar el secreto mejor guardado del mundo, dicen, que las personas están transformando sus vidas a través del conocimiento que contiene “El Secreto”. No vi la película, por lo que no tengo una postura muy clara, pero según entiendo (leí algunos artículos al respecto) la teoría que presenta es que nosotros creamos nuestro entorno, que tenemos el poder de atraer lo que verdaderamente deseamos y que nuestra energía es la que produce la respuesta. Tengo mis problemas con esta postura, básicamente porque me parece que deja a Hashem en un lugar incierto, en donde los seres humanos saben lo que es bueno para ellos y Él sólo se debe dedicar a cumplir deseos. Como si el mundo no tuviese un sentido en sí mismo, más allá que cumplir la voluntad de los hombres.
Otra amiga (las voy a empezar a numerar, para no confundirlos) que sí vio la película, me comentaba que en muchos aspectos le recordó al libro “The garden of emuná”, que yo alguna vez tan profusamente recomendé aquí. Yo le decía que eso era imposible, porque básicamente el libro habla de aceptar con amor y saber con todas las entrañas que lo que Hashem nos hace vivir es bueno; que el mal es un bien que no entendemos (frase remachada por mi rabino hasta el infinito (y más allá)).

También recuerdo haber escuchado una conferencia del doctor Betech en donde decía que la alegría se encuentra en donde uno la quiera encontrar. La alegría no es un lugar geográfico, sino una actitud que no depende de las circunstancias externas. “Tov lev, mishté tamid” (el que tiene actitud buena, está en un banquete siempre).

Pero después de la charla de ayer se me generaron muchas dudas. Vivimos en el mismo barrio, rodeadas de la misma gente y con una vida básicamente parecida (si se atreven a considerar la barbaridad que acabo de escribir) Sin embargo ella parece haberse comprado todos los números para la rifa de situaciones amargas y yo me siento viviendo en la casita de la pradera.

Quisiera el poder de la ubicuidad y descubrir cómo ve cada uno el mundo.
¿Cuál de las dos tiene razón? ¿Estoy equivocada al pensar que hoy es un día tan bello?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu misma lo dices....las dos tenéis razón!!
Gracias a tu recomendación leí el libro el jardín de la Emuna y eso es exactamente lo que dice: feliz el que tiene una gran Emuná y sabe que todo lo que tiene y le pasa es lo mejor para él. Es aquella amiga tuya, que sabes que tiene mil “problemas”, y aun así te la encuentras caminando feliz… - pero…¿cómo se le ocurre estar feliz?- te preguntas, cuando tu con menos “problemas” que ella te sientes miserable?- pues porque tu estas de luchando con tu vida, con lo que te pasa y por lo tanto te encuentras en una pelea con Hashem. Le gritas: NO ESTOY DE ACUERDO CON LO QUE HACES!!!

En fin, que igual que tu rabino remacha la frase una y otra vez, nosotras deberíamos colgarla en el refrigerador:

EL MAL ES UN BIEN QUE NO ENTENDEMOS….. Por el momento!!

Me encanta como escribes Judi, Gracias