lunes, 19 de mayo de 2008

El que se fue de Sevilla perdió su silla

Hay un debate en el Talmud acerca de si las mitzvot requieren de la intención apropiada o si pueden ser cumplidas sin intención. Se preguntan, por ejemplo, si la persona que en Rosh Hashaná pasa por un beit hakneset en el momento en el que suena el shofar cumple con la mitzvá. O si cumple con el precepto alguien que por casualidad come maror la noche de Pesaj. Es un debate muy profundo que los sabios mantienen a lo largo de varios tratados y que por lo tanto yo no podré ni clarificar ni describir aquí, en estos treinta renglones en los que a lo único que alcanzo es a contarles cosas como la siguiente:

La otra noche llamó un rabino muy cercano a mi familia y me preguntó si quería hacer la mitzvá de acompañar a alguien al hospital. Eran las doce de la noche, y les reconozco que no tenía nada de ganas de dejar la tranquilidad de mi casa para pasarme unas cuantas horas en la sala de urgencias. Pero allí estaba, la mitzvá mirándome como un búho en la oscuridad, así que me saqué las pantuflas y antes de cerrar la puerta de mi casa proclamé estoicamente: “Mas vale que Hashem me pague esta mitzvá”.

Ja.

Ja.

Y más ja.

El ataque de risa que debe haber habido por el cielo. En un minutito (¿un minutito tiene 59 segundos?) Hashem me sacó la oportunidad de hacer esa mitzvá. Cuando llegué al hospital otra persona había ido por motus propio (alguien que conserva el motus propio incluso a las doce de la noche), y ocupó mi supuesto lugar. Notarán con qué delicadeza Hashem me mandó de regreso a la tranquilidad de mi casa.

Volví chinchuda y mientras me terminaba la pastafrola de membrillo, descubrí lo papanata que había sido. Pensé que le estaba haciendo un favor a Hashem, (como si Él necesitase de mi), pensé que Hashem me debía algo, también pensé que le estaba haciendo un favor a la persona a la que había que acompañar, pero lo que no pensé es que el favor me lo estaban haciendo a mí al darme la oportunidad de cumplir una mitzvá.

Yo estaba allí, en el lugar indicado, y en el momento justo, pero sin embargo mi intención llegó tarde, cuando la mitzvá se estaba yendo, proclamando estoicamente: “ahora alpiste, te la perdiste”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"papanata" que recuerdos!!, hacia mucho que no escuchaba esa palabra...
A veces tenemos que vivir en carne propia alguna experiencia para ENTENDER, COMPRENDER. Otras, gracias a D-os, solo debemos leer las historias de otros para aprender. GRACIAS!!!!