lunes, 25 de febrero de 2008

El Arte de la Guerra

A mi ietzer hará no le gustó nada que anduviese hablando de él. Qué eso es lashón hará, que así no se puede convivir, que rompí los códigos de honor, me dijo. Pero yo me había decidido a seguir investigando cómo detectarlo y cómo combatirlo e hice oídos sordos, aunque él siguió tratando de impedírmelo. Les cuento algunas de las técnicas que utilizó: dolor de cabeza, malhumor, pensamientos negativos tales como: “escribir en un blog no vale la pena”, insomnio, somnolencia. Y debo reconocer que fui vencida una y otra vez. No podía definirlo, no podía reconocerlo, escurridizo, iba cambiando de piel (como la serpiente, nuevamente) y antes de que lo sorprendiese, él ya se había transformado. Todo esto antes de lograr que caiga, porque después… después de la caída, deja los disfraces y enseguida se pone el traje de acusador y corre a culparnos ante Hashem, a señalarnos como pecadores y a pedir nuestro castigo. Y si después de esto, ustedes piensan que ya se conformó, se equivocan, al ietzer, luego de lograr que nos desviemos de nuestros caminos, luego de inculparnos, le queda mucha tarea por cumplir, y se esmera en deprimirnos haciéndonos sentir que haber perdido una batalla significa haber perdido la guerra. Intenta convencernos de que nos rindamos y dejemos de luchar.

Y a pesar de todas sus estrategias logré reconocer un patrón de conducta, no en él, sino en mi respuesta ante sus demandas: Que lo que me propone siempre me resulta fácil y no me implica esfuerzo. Allí tenía una punta en la madeja, y no iba a soltarla. Así que aquí estoy, con el dolor de cabeza, el malhumor, los pensamientos negativos (todo a la vez), esforzándome por hacer lo que él no quiere que haga: Que le declare la guerra.

"Cuando vayas a la Guerra contra tu enemigo y veas caballos y carros, un pueblo mucho más numeroso que tú, no temas, porque Hashem, tu Dios, está contigo, Él que te sacó de la tierra de Egipto" (Debarim 20:1)

El versículo nos enseña que cada vez que enfrentamos un adversario, no debemos temer, sino, en cambio, recordar que Dios nos sacó de la tierra de Egipto. ¿Por qué? ¿Qué hay en la salida de Egipto que nos protege contra el enemigo? Entre muchas otras cosas, en ese momento el pueblo de Israel tuvo una percepción de Dios muy evidente. Cuando Hashem sacó al pueblo de Israel, reveló todo Su esplendor y el pueblo fue testigo de Sus milagros y maravillas y allí es donde debemos enfocar nuestra atención para vencer a nuestro mal instinto. ¿Cómo puede transgredir una persona cuando siente ante él la Presencia Divina?


El rey David también transmite este concepto: (Salmos 16:8): "He colocado a Hashem frente a mí siempre". Si Hashem está delante de uno, la fuerza del ietzer se desvanece. (R´ Yehuda Katz -Bigdei Kehuná).


O sea que el próximo paso (la próxima batalla) es fortalecer la percepción que tengo de Hashem. Si sigo sin perder de vista mi objetivo final, aunque me desvíe de vez en cuando, tengo una brújula que me guía. Y quiera Dios que cuando llegue a mi destino final, pueda decir aquella famosa frase: “muero contento, hemos vencido al enemigo”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El versículo que dice: "Apártate del mal y haz el bien", el maestro lo interpretaba así: TOMA EL MAL Y CONVIÉRTELO EN BIEN

Sarah

Anónimo dijo...

Y, yo pregunto: ¿Cómo lo convierto en bien?????
Por que que fácil es decirlo......

Yo